Memorias de la Penitenciaría de Florianópolis

Los debates en torno a la necesidad de una penitenciaría en Santa Catarina comenzaron en la década de 1920, cuando Florianópolis estaba pasando por una remodelación urbana en busca de un aire moderno. Para que estos aires pudieran lograrse de manera efectiva, las autoridades locales se basaron en preceptos higienistas y se apoyaron en un fuerte aparato policial para controlar a la población. Informes y noticias de la época muestran que el discurso defendido era que la porción de vecinos considerada “indeseable” para el progreso de la ciudad –tales como mendigos, prostitutas, lavanderas y vendedores ambulantes– debía ser retirada de las calles y colocada en “lugares apropiados”. ” lugares, tales como hospicios, institutos disciplinarios y penitenciarías. La Penitenciaría de Pedra Grande comenzó a construirse en 1929 y fue inaugurada en 1930, con la presencia de grandes nombres de la política catarinense, una parte considerable de la población de Florianópolis y hasta una banda. En ese momento, el lugar donde se construyó la penitenciaría se consideraba bastante alejado del centro y de difícil acceso, ya que se ubicaba entre un cerro y un manglar. Aún en la década de 1930, el penal pasó por su primera remodelación, donde se construyó un nuevo pabellón, siete talleres, una capilla y aulas. También hubo cambios en la parte administrativa de la institución, siendo el principal la contratación de médicos que tuvieron como objetivo cuidar la salud de los internos y estudiar las causas del “fenómeno” delictivo. Entre las décadas de 1940 y 1950, el penal ganó tres nuevas galerías y varios nuevos talleres, especialmente los de carpintería, sastrería y artesanía. En 1965, toda la parte administrativa fue trasladada a un bloque de tres pisos construido frente a los demás edificios. En la década de 1980, las camas individuales de las celdas fueron reemplazadas por literas de hormigón. El ala de máxima seguridad del centro penitenciario, con capacidad para 44 reclusos, comenzó a construirse en 1989. Sin embargo, con las violentas rebeliones que tuvieron lugar durante la década de 1990, buena parte de las mejoras realizadas a lo largo de los años se vieron seriamente comprometidas, lo que perjudicó el proceso. de resocialización a que se proponga la institución. En 2011, el penal cumplió 81 años y, con motivo de su cumpleaños, el director Leandro Soares de Lima inauguró un espacio permanente denominado “Memoria del Penitenciario”. El acervo -compuesto por fotografías, documentos y objetos- ya sirvió como campo de prácticas para los alumnos de la carrera de Historia de la Udesc y propone la reflexión, contribuyendo así a la estrategia humanizadora de la institución.


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